Mujeres rotas.
Directores de cine hay a mansalva, pero mujeres que lleven la batuta de una película ya son más difíciles de encontrar, sobre todo en España. Por eso es una gozada descubrir a nuevas directoras con tantas cosas que decir y con una manera tan bella de decirlas. Paula Ortiz ha creado un tríptico cinematográfico, para su debut en el largometraje, que protagonizan tres mujeres de tres edades, en tres zonas de Aragón en tres épocas distintas. Todas ellas tienen un denominador común, el fracaso en el amor. Tres actrices en estado de gracia son el alma de DE TU VENTANA A LA MÍA. Leticia Dolera es Violeta, una joven que vive en los años 20 en una zona fronteriza con Francia. Un lugar que parece sacado de un cuadro de Fragonard con frondosos paisajes bañados de verdes y violetas, donde pasa las horas del día en su columpio o recogiendo hermosas flores para decorar su pelo mientras añora a su amor en el exilio. Maribel Verdú es Inés, una mujer que habita una zona agreste de tonos ocres y amarillos en los años 40. Trabaja en un campo dorado donde recolecta el trigo bajo el intenso sol, el potente viento y el recuerdo de los besos y de las caricias que le propiciaba su añorado Paco, recluido en una celda por los grises. Gris es también el mundo de Luisa, interpretada por Luisa Gavasa, una ciudad desolada, marchita y revuelta por el fin de la dictadura. Estamos en 1975 y Luisa, en el otoño de su vida, se lamenta por no haber tenido un amor de película.
Las tres intérpretes están extraordinarias pero debo destacar la madurez de Maribel Verdú (nominada al Goya a la mejor interpretación femenina de reparto) y lo bien que está cuando está bien, como es el caso. Pero la que más me sorprendió por su buen hacer es la ahora de moda Leticia Dolera. Dolera crea una Violeta intensa y dramática que se queda en la memoria y en el corazón. Llora de maravilla en la impactante escena del corte de cabello.
Ortiz teje los fotogramas de la cinta orquestando un montaje muy cuidado. Un simple ovillo de lana puede unir el mundo de Inés con el de Violeta o una frase el de esta con el de Luisa. La directora adorna las secuencias con una música sutil, compuesta por Avshalom Caspi, y tan hermosa como las imágenes que acompaña. Aunque sobre todo destacan dos de las canciones de la película. La primera de ellas se titula "Debajo del limón" y estuvo nominada a los Goya de este año a mejor canción original. La segunda es la clásica "Yo vengo a ofrecer mi corazón" de Fito Paez, que popularizó la gran Mercedes Sosa, y que en esta ocasión podemos oír en la particular voz de Carmen París.
En ciertas ocasiones se echa de menos una mayor profundización en las historias pero en general y para ser una ópera prima es una película notable. Me alegra que esté funcionando bien en circuitos de presencia limitada o más independiente y deseo que el boca a boca le dé la fuerza que necesita para convertirse en el sleeper español de la temporada.
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