miércoles, 30 de noviembre de 2011

MARGIN CALL

El complemento perfecto a Inside Job.
Este drama con alma de thriller podría, perfectamente, ser una obra de teatro del tipo Glengarry Glen Ross de David Mamet (también llevada al cine en 1992 por James Foley), donde en lugar de agentes inmobiliarios nos encontramos con los empleados y directivos de un banco de inversión. Lo teatral de la historia se ciñe a la forma, pues prácticamente en su totalidad transcurre en un par de escenarios y la acción se limita a las conversaciones que mantienen sus protagonistas, aunque también hay que destacar la teatralidad, la afectación y el histrionismo de Jeremy Irons. Por lo demás es una historia muy real que ayuda a ejemplificar todo lo que el documental anteriormente mencionado muestra.
Margin Call, dirigida por el debutante J.C. Chandor, cuenta las 24 horas previas al principio de la crisis económica en la que estamos sumergidos.
En una gran empresa de inversiones de Manhattan empiezan a despedir, debido a los recortes, a la mayoría de la plantilla entre los que se encuentra Eric Dale (Stanley Tucci), un brillante trabajador que lleva entre manos una operación que podría conducir a la empresa a la ruina. Cuando a este le prohiben acceder a su ordenador personal, le pasa un pendrive que contiene la tarea a medio hacer a Peter Sullivan (Zachary Quinto), uno de sus más talentosos subordinados, para que este lo desarrolle. Sullivan descubre que las sospechas de su jefe son correctas y moviliza a otros dos compañeros, Will (Paul Bettany) y Seth (Penn Badgley), para que corroboren sus conclusiones. Así pasarán a comunicar los datos a sus superiores, Sam (Kevin Spacey), Jared (Simon Baker) y Sarah (Demi Moore) y al dueño de la empresa John Tuld (Jeremy Irons), los cuales empiezan a plantearse si dar la cara y asumir los errores cometidos o salir del problema engañando a terceros para que compren unas acciones sin valor alguno. Estos ocho personajes vivirán una de las noches más adrenalíticas de sus vidas y los espectadores con ellos, sufriendo con algunos y odiando a otros.
El reparto es excelente en su conjunto (ya he comentado antes lo que pienso de Irons) recayendo en Spacey y Quinto las tareas de protagonista y llevando a la perfección el peso de la trama. El resto de secundarios no se queda a la zaga en cuanto a realismo y credibilidad aportadas.
Hay que reprocharle al director que utiliza demasiados planos cortos, llegando a ser muy reiterativo, que si sirvieran para centrarse en las expresiones faciales de los actores estaría más que justificado, pero la mayoría de las veces se cortan los ojos o la cara de alguno de los personajes en pantalla.
De nuevo nos encontramos con una película hecha para enfadarnos con y contra el mundo.
VALORACIÓN:

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