En ocasiones veo fantasmas adolescentes.
Eso es lo que le ocurre a Modesto (Raúl Arévalo), profesor en paro que ve muertos y se deja el dinero en un psiquiatra (Joaquín Reyes) más desequilibrado que él. Su suerte cambia cuando Tina (Alexandra Jiménez), directora de un instituto caído en desgracia por culpa de los fantasmas de unos alumnos fallecidos veinte años atrás en la biblioteca, le ofrece trabajo. Su nueva labor consistirá en dar clases a los fantasmas y conseguir que se gradúen para que solucionen su asignatura pendiente en el mundo de los vivos y puedan irse al más allá.
PROMOCIÓN FANTASMA, segundo largometraje de Nacho Ruiz Calderas, da lo que promete: diversión, entretenimiento y un gran trabajo de sus protagonistas. Y no hay que pedirle nada más.
A los efectos especiales o se les ve el truco (esas excesivas vomitonas de colores y a chorros que salen de un tubo de la boca de Javier Bódalo) o parecen hechas por el quipo de Art Attack (esas terribles grapadoras volando y ese esqueleto movido por hilos) pero cuando entras en la historia y te dejas atrapar por los chistes y la gracia de los intérpretes, los FX son lo de menos.
Resulta gracioso ver como el cine español americaniza las películas de y, principalmente, para adolescentes con la esperanza de que más gente se sienta atraída a verla. En esta ocasión pienso que ha sido un acierto y que definir tan claro los roles de cada uno de los fantasmas (la empollona, el gamberro, el gracioso, el capitán del equipo de futbol, la chica guapa y popular) facilita la labor del actor que lo interpreta y la del espectador, que ya sabe a qué atenerse con cada uno de ellos. Así los personajes más complejos, carismáticos y originales son los que recaen sobre dos secundarios de partirse la caja, Carlos Areces y Silvia Abril, con los que ya contó Ruiz Calderas en su ópera prima, SPANISH MOVIE. El primero hace de Otegui, padre de una alumna del colegio y presidente del AMPA, que no hace más que complicar la vida de la directora del centro. Es desternillante su discurso sobre el escenario del teatro que remata, muy falto de pudor, con un ¿calvo? con sorpresa. La segunda es Manuela, una secretaria mística y ligeramente chalada que intenta comunicarse con los muertos a través de ritos extraños. Pero los que más sorprenden son la pareja protagonista, Arévalo + Jiménez, que demuestran una química magnífica dotando de ternura y chispa a sus personajes. Hacen muy buena pareja.
Los guionistas y el director han declarado su intención de homenajear las películas de instituto de los 80 de John Hughes así que nadie se lleve a engaño, no es una copia de clásicos de nuestra infancia/adolescencia. Es una cinta original, amable, simpática, tronchante, de consumo fácil pero que resultará floja y sentimentaloide al público más salvaje o excesiva y ordinadia a los más remilgados. Pues sí, tiene un poco de todo eso, pero no decepciona.
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