miércoles, 29 de febrero de 2012

MONEYBALL

Rompiendo las reglas.
Voy a empezar reivindicando la figura de Brad Pitt como uno de los mejores actores que hay en estos momentos. Pitt lleva toda su carrera luchando contra la genética, que ha servido a numerosos envidiosos para desprestigiarlo como actor. Señores, se puede ser tremendamente bello y a la vez un intérprete de nivel y aquí tenemos un claro ejemplo. MONEYBALL le ha valido a su protagonista numerosas nominaciones a premios de prestigio pero en ninguno de los casos se le ha concedido galardón alguno. ¿Por qué todo el mundo se deshace en elogios hacia George Clooney por su normalita e incluso sosa interpretación en LOS DESCENDIENTES y Brad Pitt, que se mete de lleno en la piel del director deportivo de los Athletics de Oakland, ha pasado tan desapercibido?
MONEYBALL, basada en hechos reales, cuenta la historia de Billy Beane (Pitt), un ex jugador de béisbol reconvertido en directivo de los Oakland que junto a su joven asistente Peter Brand (Jonah Hill), recién licenciado en económicas, aplicará patrones matemáticos para formar un equipo capaz de ganar la liga.
Si alguien se echa para atrás a la hora de ver la película, cuando lee el argumento, por el hecho de encontrarse ante una película de deportes y más concretamente de béisbol, tan desconocido entre nosotros, que no se lleve a engaño. El deporte es la excusa para contar una historia de superación y de ascensión al éxito, o al menos de intentar alcanzar ese éxito. No hace falta entender de dicho juego para ver y disfrutar la cinta de Bennet Miller. Este director, conocido por su biopic sobre el genial escritor TRUMAN CAPOTE, realiza una película sobria y de narrativa correcta que se sustenta en un guión muy sólido de los siempre interesantes Steven Zaillian y Aaron Sorkin (LA RED SOCIAL). No es una gran película pero sí es resultona y entretenida, ya que a pesar de las más de dos horas de duración el ritmo no decae ni la historia pierde interés, sino todo lo contrario. A medida que vas conociendo al personaje de Beane, su relación con su hija (maravillosa Kerris Dorsey, la cual cuenta y canta con una preciosa voz), con los jugadores de su equipo (atención a la escena en los vestuarios donde los derrotados jugadores parecen estar celebrando una victoria y Bean les sermonea por ello), con el entrenador (intenso Phillip Seymour Hoffman), con los asesores e incluso con su ex mujer (Robin Wright) más te enganchas a la historia la cual te logra contagiar de su energía optimista.
VALORACIÓN:

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