viernes, 16 de diciembre de 2011

5 METROS CUADRADOS

Y sigue la mala host**!!!
Parece que con la crisis la gente está más sensibilizada con temas sociales relacionados con la economía así como con la manipulación y la estafa que los que están en la cima de la cadena alimenticia (los ricos y poderosos) ejercen sobre los que estamos en la base de dicha cadena (el populacho).
Max Lemcke, director de 5 Metros Cuadrados, se siente en la obligación moral de criticar una situación vergonzosa que se viene desarrollando en nuestro país desde tiempos inmemoriales: La estafa inmobiliaria.
Lemcke brinda a Fernando Tejero y Malena Alterio, actores esencialmente reconocidos en su faceta cómica, los roles protagonistas de este drama que viene a reflejar una terrible realidad, en la que por desgracia todos hemos estado o podemos estar. Álex (Tejero) y Virginia (Alterio) son una pareja normal de treintañeros con trabajos normales y sueldos normales (o sea mileuristas, y qué triste me parece asumir eso como normal) que deciden comprar un piso en las afueras de su ciudad, en una futura urbanización residencial con espectaculares vistas al mar. A pocos meses de la boda y de la entrega de la vivienda, el departamento de Medio Ambiente del ayuntamiento paraliza las obras y precinta la zona, pues el constructor (un estupendo Emilio Gutiérrez Caba), tras su correspondiente soborno a un concejal del ayuntamiento (Manuel Morón en un papel en la línea de la serie de Canal +, Crematorio, de la cual esta película bebe sin disimulo), está edificando en una zona protegida. Desesperados ante la negativa de la constructora de devolverles la entrada (todos sus ahorros más lo prestado por los padres de ella) o de entregarles una vivienda de similares condiciones, forman una plataforma de protesta para luchar contra la injusticia.
La película está interpretada con solvencia por todos los actores, que saben dotar a sus personajes del dramatismo requerido y aportan pequeños toques cómicos para humanizarlos y acercarlos al espectador. Quiero destacar a Jorge Bosch, al cual no recuerdo haber visto en cine, que me sorprendió por su versatilidad.
He de reconocer que la película no es una obra maestra y que en algunos momentos resulta un tanto populista, pero se nota que está hecha con profesionalidad, seriedad, emoción, humanidad y, como he comentado anteriormente, enjuiciando y censurando actitudes déspotas e injustas.
Es una obra coherente en casi su totalidad, aunque hay que reprobar a su director, guionistas y actores que no sepan resolver el clímax final que, no es por ser puntilloso, roza lo ridículo e inverosímil.
VALORACIÓN:

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