¿Quién no ha soñado en meterse dentro de alguien?
No acepto como respuesta que los hombres nos pasamos la vida ingeniando maneras de meternos en cuerpos ajenos, ya que la pregunta va más bien orientada a meternos en la mente de otr@s.
Pues Spike Jonze, esencialmente conocido por dirigir videoclips de grupos de la talla de REM, Björk o The Chemical Brothers, entre otros, hizo ese sueño realidad, a finales de la década de los noventa, al realizar Cómo ser John Malkovich.
Esta arriesgada y surrealista cinta cuenta con un reparto como mínimo sorprendente y ecléctico, empezando por el que da título al film, John Malkovich, haciendo gala de una maravillosa vis cómica y un gran sentido del humor que presta, sin reservas, su cuerpo, su mente y su nombre a la película, interpretándose a sí mismo. Casi tan sorprendente resulta la elección de Cameron Díaz (para algunos "sex-symbol", para mí una mujer de belleza vulgar en sus dos acepciones) como intérprete de la esposa de Craig, el protagonista, una mujer que trabaja en una tienda de animales y que está tan obsesionada por ellos que los adopta cuando están enfermos para cuidarlos, llenando así la casa de loros, monos, reptiles... John Cusack es Craig, un marionetista callejero y gran artista creando sus muñecos que vive aletargado y con la sensación de que su vida está acabada. Cuando entra a trabajar como archivador de documentos en la planta 7,5 de un rascacielos de Manhattan, descubre una puerta que, simulando la madriguera de Alicia en el País de las Maravillas, lleva a un "país maravilloso", la mente de John Malkovich. Su compañera de oficina, Maxine, interpretada por Catherine Keener, le propone montar un negocio clandestino, viajes a la cabeza de Malkovich.
Hay que admitir que Jonze y su guionista Charlie Kauffman poseen un gran talento y una imaginación desbordante, aunque esta no sea su mejor película, ya que cuando superas la sorpresa y la marcianada de la propuesta, va perdiendo interés y se torna repetitiva. Igualmente hay que regañar a los creadores por dar excesiva importancia al triángulo amoroso en lugar de centrarse y descentrarnos con la chaladura de la premisa inicial.
Las imágenes de los espectáculos de títeres son de una belleza mayúscula, en contraste con la vida y el aspecto descuidado de Craig, su mujer y la casa donde viven.
Es una película interesante y prometedora (en su primera media hora) que se deshincha a medida que avanza.
VALORACIÓN:
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