¿¡Quién quiere "pegar" a un niño?!
El año 2000 fue el de la transformación del Achero Mañas actor (bastante normalito) al Achero Mañas director (bastante elogiable). Este madrileño trató con enorme sensibilidad un tema tan peliagudo como el maltrato infantil. El Bola es un niño de doce años que vive en un barrio obrero de Madrid (ciudad sustituible por cualquier otra) llevando, aparentemente, una vida normal. Va al colegio, juega en el parque con sus compañeros y hace gamberradas sin medir el peligro y el daño que puede causar (cosas de la edad), pero también ha de compartir su vida con un padre agresivo que descarga su furia y rabia contra él, una madre cansada de lidiar con la casa y con la abuela impedida y el recuerdo de un hermano muerto. Por todo esto le es muy complicado relacionarse y comunicarse con otros chicos. Cuando llega al colegio un chaval nuevo, Alfredo, conoce la amistad y una realidad familiar diametralmente opuesta a la suya, que le da coraje para asumir lo que le ocurre y enfrentarse a ello.
Película tristemente costumbrista que trata con respeto a todos sus personajes sin sancionarlos ni indultarlos, simplemente narrando una realidad que por desgracia traspasa las pantallas y se da más de lo que nos gustaría. Todos los personajes tienen motivos (aunque no los entendamos ni compartamos) para hacer lo que hacen. Mañas no ha querido demonizar a nadie aunque es inevitable que, como espectadores, sintamos rabia, odio e impotencia hacia ese padre tan cobarde (por no llamarlo "hijo de ****") que tapa su desconsuelo propinando improperios, daños físicos y castigos psicológicos al más débil e indefenso: su hijo.
El reparto infantil/juvenil está muy logrado (sé por experiencia propia que Achero se implica en la busqueda de actores y en el proceso de casting), destacando el descubrimiento de Juan José Ballesta, el cual fue premiado con el Goya al Mejor Actor Revelación. No quiero dejar de mencionar al benjamín de la función, Omar Muñoz, que desprende naturalidad y una sorprendente (en alguien tan pequeño) profesionalidad. Les deseo a los dos muchos más éxitos, que me consta que los tienen.
No hay que desmerecer la labor de los adultos, para muchos de ellos su primer papel importante en cine, con Manuel Morón (profesor mío de interpretación) y Alberto Jiménez (mi compañero de clase de clown) a la cabeza, interpretando al padre del protagonista y al de su amigo respectivamente.
Nos encontramos ante una opera prima sensible (no sensiblera) que merece ser revisionada cada cierto tiempo pues da una lección de cine y, lo que es más importante, una lección de vida.
VALORACIÓN:
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