"Magia de bruja yo comienzo a convocar..."
La factoría Disney ha dado a lo largo de su extensa historia obras maestras, ya no solo de la animación sino del cine en general. Tras una década de sequía creativa y escasa imaginación, en 1989 John Musker y Ron Clements adaptaron y edulcoraron el clásico cuento de Hans Christian Andersen, La Sirenita.
Ariel, hija de Tritón (el rey del mar) colecciona objetos que los humanos pierden en el mar. Su mayor sueño es "tener un par de piernas y salir a pasear...¿cómo dicen?... a pie". Cierto día descubre en un barco a un apuesto príncipe humano del cual se enamora a primera vista. Tras sufrir un naufragio, la bella sirena salva al príncipe Eric, quien queda prendado de la belleza y sobretodo de la voz de la muchacha. Con tal de ganarse el amor del humano, Ariel entra en tratos con Úrsula, la bruja del mar, que la convierte en humana durante tres días, pactando con ella que si al término de los mismos no ha conseguido un beso de amor verdadero se entregará a ella para siempre.
La Sirenita fue la primera de una serie de rentables películas musicales de excelente calidad e inició una nueva edad de oro para la compañía del ratón Mickey.
El secreto de su éxito fue la base argumental en la que se inspiraba así como la acertada música de Alan Menken con canciones tanto románticas y bellas (Parte de tu mundo, Besa a la chica) como burbujeantes y pegadizas (la soberbia Bajo el mar). Sin olvidar a carismáticos y entrañables personajes como el cangrejo Sebastián, el pez Flounder, la gaviota Scuttel, y la pérfida y terrorífica bruja Úrsula (la que es para mí una de los cinco mejores villanos de Disney).
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